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Votos de impureza en la familia de Schoenstatt

Después de 30 años, cuatro varones, hoy adultos y profesionales, relatan los abusos sexuales, de poder, de conciencia y económicos a menores de edad, por parte de sacerdotes del Movimiento Apostólico de Schoenstatt en Chile, cuando ejercían como guías espirituales y predicaban sólidos valores morales. Hoy hacen público sus testimonios de víctimas o testigos para que “¡Nunca más un niño!”, exclaman. / EN FOTO PORTADA: los sacerdotes Rodrigo Gajardo, Francisco Basáñez, Marcial Parada y Ángel Vicente Cerró.

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(SANTIAGO, 06.08.2020 – Exclusivo de KAIRÓS NEWS).- Los cuatro testimonios recogidos por Kairós News, están ligados al Movimiento Apostólico de Schoenstatt, que también entregó su versión oficial. Aquí, los sobrevivientes expresan su rabia y dolor no solo por lo que vivieron, sino por el engaño al que fueron sometidos dentro del movimiento.

Se animan a publicar sus testimonios, para alertar a padres y madres ante la posible cercanía de curas pedófilos en el contexto de actividades pastorales.

También hay un llamado implícito a no seguir callando, no tan solo para sanarse a sí mismos, sino parar contribuir de algún modo a detener este sistema estructurado de abusos y encubrimientos eclesiásticos.

Una de estas personas estuvo a punto de ser cura. Otras dos contrajeron matrimonio y hoy solo una sigue casada y con hijos. La otra estuvo al borde de la muerte por un accidente que sufrió luego de quedar cesante.

El temor a perder la pega es común en las cuatro personas. Algunas ya lo experimentaron y ha sido muy doloroso familiarmente.

Para todos es difícil enfrentar las redes de protección donde hay mucho poder, sea en el gobierno, en universidades, empresas y en otros lugares de la élite, donde los mismos personeros o sus hijos e hijas son quienes mantienen una vida activa y protagonista dentro del movimiento, en sus diferentes ramas.

En la labor periodística fueron largas horas de grabación, chequeo de la información, pedir reacciones al movimiento, y ordenar y editar el material de este reportaje.

Lo que sigue es parte de la verdad. Pero una gran, sustantiva y lamentable verdad.

PARTE I: TESTIMONIOS DE SOBREVIVIENTES

Bellavista

Los testimonios corresponden a Julio Ruiz, Rodrigo Pérez, Cristián Ilabaca y José San Martín. Por temor a las represalias sociales y laborales, dos de ellos solicitaron cambiar sus nombres. Los otros dos mantuvieron sus identidades reales, y los cuatro saben perfectamente que en el Movimiento Apostólico de Schoenstatt conocen perfectamente quiénes es quién.

Julio tiene hoy 47 años de edad y en su vida ha logrado dos títulos profesionales. Dice no estar emparejado ahora ni tener hijos. Rodrigo tiene la misma edad y es un notable abogado de la capital. Cristián también es de la misma generación, es casado, tiene hijos, vive en la región de Valparaíso. José, está cesante y vive con sus padres en Maipú.

Las cuatro personas de este reportaje ingresaron adolescentes (entre los 13 y los 16 años) a la experiencia del movimiento de Schoenstatt cuando éste era más fuerte en Chile. Y entre algunos de ellos se mantuvo el contacto. Sin embargo, a uno de 

Maipú

ellos los otros tres no lo veían desde que eran niños. “Nunca habíamos hablado con él. Esta la primera vez que escucho su historia de él mismo”, dice su compañero por la videoconferencia.

Los cuatro tienen una formación con rigor en valores. Y en ellos se repite el mismo patrón de otros sobrevivientes: en el tiempo en que ocurrieron los hechos de abusos eran personas vulnerables: eran menores de edad, tenían familias disfuncionales o derechamente con problemas internos o vivían en situación de pobreza o de carencias económicas.

“Lo más complejo de esto ―dice Julio― es que todos sabemos que Schoenstatt tiene un enorme poder”. Añade: “hace unos meses vimos un mensaje de la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos, buscando víctimas de Schoenstatt. No contestamos porque es un proceso individual en el cual cada uno debe decidir cuándo hablar”.

Para todos fue clave lo que pasó con el caso de Karadima y la dimensión pública que tuvo. Además, “a mí, el ejercicio profesional me dio a entender que el silencio era un cómplice siniestro en este tipo de cosas. Lo que pasó con Cristian Precht, quien le pagó la carrera universitaria a Guillermo Lorca, a cambio de favores sexuales, me hizo entender que había todo un sistema de abuso de menores vulnerables por parte de agentes de la iglesia y que yo conocía directamente. Personas con las cuales conversé muchas veces y cuya vida es de un sufrimiento salvaje, tremendo”, comenta Julio.

“Yo fui en parte, no responsable directo, pero sí tuve antecedentes que me permitieron haber podido actuar más fuertemente adentro del movimiento”, agrega Rodrigo. “Sin embargo, me doy cuenta de que la capacidad que teníamos y que tenemos, es mínima. El miedo es importante sobre todo al saber que el movimiento tiene gente dentro del gobierno con mucha autoridad… no es fácil enfrentarse a una estructura muy organizada. En estos 30 años en el movimiento, nos dimos cuenta que llevamos 30 años de mentiras y que están generando sufrimiento a más gente”, afirma el abogado.

“Además, lo que me provocó una ira ya final con el movimiento, es que justificaran los crímenes y violaciones de derechos humanos sistemáticos en el régimen militar”, complementa Julio. “Que avalaran a José Antonio Kast y toda la represión brutal posterior al golpe de estado. Eso me hizo tomar una distancia total con el movimiento. No comparto una ideología de odio. No creo que Cristo haya odiado a nadie. Ni que haya dicho que haya que fusilar a los homosexuales. Ni que hubiera que sacarle los ojos a la gente. Ni que hubiera que violarlos por ser gays en las manifestaciones públicas. Y que todo lo que sea criticar el modelo neoliberal sea un pecado contra la Iglesia”.

“Esto no tiene que ver con mi fe. Acabo de estar en una misa particular, con un amigo sacerdote, quien me dijo no puedes callar lo que has visto y oído. En tus hombros cargas una cruz, que debes dar a conocer”, dice el ingeniero.

Rodrigo, por su parte, dice que publicar su verdad “es un proceso, porque vine a denunciar a OPADE (Oficina Pastoral de Denuncias de la Conferencia Episcopal) solo en el año 2018. Es muy importante sentir que uno no está solo, porque es una máquina poderosa a la que uno se enfrenta, que mueve sus hilos a nivel eclesial, secular y civil. Creo que ayuda saber que hay un sentimiento de solidaridad con los amigos, con los hermanos que comenzaron después a hacer denuncias”.

“En 2018, antes de ir a hablar con el provincial Fernando Baeza ―continúa― en junio, fui al seminario y me topé con Enrique Da Fonseca, a quien le comenté que hay varias personas condenadas por el tema de abusos. ‘Eso es mentira, eres un calumniador’, me dijo. Entonces, yo ahí, lo subí y lo bajé. Me echó del seminario. Le dije: ‘no puedes ocultar, no puedes encubrir, ¡eres una mierda!’. Ahí me salió la rabia. Se metieron unos seminaristas que me querían pegar. ‘Que uno me ponga la mano encima porque yo no respondo’, les dije. Nadie se atrevió a ponerme las manos encima”.

“¿Te parece que un par de groserías es tan grave? ¿Cuál es tu nivel de moral? ¿Meterle el pene por el culo a un niño? ¡Eso es grave! Me sale mucha rabia y me molesta. Después tuve audiencia con el provincial y le pedí hablar con el abusador. Le escribí al padre general y éste tuvo la misma actitud”.

Cristián precisa que “no soy víctima directa. Sí, son víctimas mis amigos”, dice. Y explica que tiene cuatro personas que eran parte su círculo de amigos de aquella época, que sí fueron abusados sexualmente por Ángel Cerró. El primero fue testigo presencial cuando tenía 14 años; y de los otros casos supo en 2015, y dos más este año 2020. “Todos son del cura Ángel en un universo de 30 personas aproximadamente. Eso me mueve a denunciar a pesar de no ser victima directa, y evitar futuros abusos”, indica.

“Mi posición es radical”, añade. “O sea… esto no puede ser, no puede seguir. Para mí, cualquier sacerdote o laico o laica que continúa en el movimiento sabiendo esto, me parece que está actuando contra el evangelio. Siento una sensación de traición de parte de los curas que permiten esto o sabían esto y no lo dicen. Si yo veo a mi vecino cometer un acto de violencia contra su hijo, voy a Carabineros y lo denuncio. No hay otra posibilidad. Esto es lo mismo”.

Cristián agrega: “yo me casé con mi señora que también era del movimiento, pero nosotros nos salimos y no participamos más… y no dejamos que nuestros hijos lo hagan. Por todo lo que vimos y hemos visto, no les permitimos participación en la iglesia. No alejamos del movimiento pero no de Dios”.

Testimonio de Julio Ruiz

Ángel Vicente Cerró

“Cuando estudiaba en el Instituto Miguel León Prado, mediante una amiga de mi madre, me invitaron a una jornada en Providencia, en la calle José Manuel Infante. Allí me encontré con un amigo del barrio, Jorge, quien me dijo: ‘no te incorpores a un grupo en Bellavista. Hazlo aquí, en el grupo de Providencia’. Y me presentó a Cristián Ilabaca, Álvaro, Miguel y otros amigos.

“En ese contexto, nosotros participábamos en actividades religiosas en la casa de Providencia. Sin embargo, paulatinamente fuimos migrando hacia el Santuario de Bellavista, en La Florida, siendo, entonces, de los primeros grupos en Bellavista que se armaron de estudiantes secundarios.

“En 1986, cuando cursaba tercero medio, asistí a una de las jornadas que se realizaban en La Florida. En esa jornada había que dormir en la Casa de la Juventud. Así lo hicimos. Al otro día teníamos una actividad en la Casa del Padre, llamada así porque el padre José Kentenich vivió unos días ahí cuando estuvo en Chile, y es el lugar donde él habría escrito un documento vital para la orgánica de Schoenstatt. En esta casa estaba el padre Ángel Vicente Cerró.

“La actividad consistía en tener una misa con este cura y que nos confesáramos con él. Cuando entré a confesarme, él me hizo sentar en la cama donde había dormido el padre Kentenich. Luego se ubicó a mi lado y se acercó mucho a mí. Me abrazó y comenzó a preguntarme cómo era mi vida, cómo era mi relación con mi papá, cómo era mi relación con el colegio, si tenía polola. Preguntas que correspondían a un tema más íntimo que a un tema pastoral. La conversación estuvo enfocada a si yo tenía polola, si había mantenido relaciones sexuales, si me masturbaba, si tenía deseo sexual, si tenía erecciones… todo en el ámbito sexual, no religioso o de la jornada.

“Finalmente, el padre Cerró puso su mano en mi entrepierna, en la ingle. Eso me incomodó y me puse muy rígido. Luego, el movió su mano a lo que los varones llamamos el bulto o el paquete, que es la entrepierna en sí misma, sobre el sexo. Acercó su cabeza a mi rostro y trató de besarme. Yo me paré.

“El cura me dijo que yo podía ser su hijo y que debía confiar en él, buscando establecer una relación parental conmigo sabiendo que yo no tenía una buena relación con mi papá. El padre Cerró me explicó entonces, que acogerme entre sus abrazos y tener esa cercanía de su cuerpo con el mío, era un tema de paternidad. Este tema ahora lo comprendo porque lo he estudiado y se trata de una manipulación por culpa y abuso de conciencia.

“Yo me paré y le di las gracias. Él se molestó mucho y me dijo que lo estaba entendiendo mal y que no podía ser su hijo, que no iba a ser su hijo. Me retiré con una sensación de basura, de que no merecía tener un padre, de que era un mal cristiano.

“En Schoenstatt, la idea de paternidad es muy fuerte, es primordial dentro de lo que es la lógica del movimiento, y se busca la conformación de alianzas entre personas basadas en la fraternidad.

“Cuando salí de la Casa del Padre lo hice en silencio, me quedé callado. Afuera estaban Cristián y Álvaro. Entonces entró Jorge. Pasaron unos 10 minutos y Jorge salió súper rojo, entero rojo y contó lo que le habían hecho. La reacción de los demás fue agarrarlo pa’l tandeo, huevearlo, molestarlo. Entonces, como se dio esa situación, no me quise exponer a contar lo que me había pasado… y me callé.

“Me quedé callados años. Callé durante todo el tiempo en que participé en el movimiento, desde 1986 hasta hace unos meses atrás, cuando me enteré de que el padre Ángel Vicente Cerró había tenido este mismo problema con acólitos, ahora, en 2018. Otro conocido, que es psicólogo, contó que llegó a un acuerdo judicial con los curas de Schoenstatt, otro amigo confesó que lo había abusado a los 11 años.

“Guillermo Lorca; amigo mío de Schoenstatt, cuando yo estaba trabajando en un hospital con pacientes VIH, antes de morir, me contó que él entre los 15 y los 18 años, había mantenido relaciones sexuales con Marcial Parada, un sacerdote de Maipú a cambio de dinero, de grandes sumas de dinero.

“Sigisfredo Villegas, también de Maipú y del movimiento, con quien hablé en el hospital donde se atendía de VIH, no ocultaba el tema. Me decía: ‘Yo tengo ahora un café en la calle Bombero Núñez, gracias a los Padres de Schoenstatt’. Sigisfredo se travestía hasta con exageración y tenía todo un negocio de Drag Queen. Finalmente falleció por el VIH.

“Esas dos personas, me dijeron claramente que mantenían relaciones con Marcial Parada. Luego supe que a Parada lo habían llevado a México, pero no tengo certeza”.

Testimonio de Rodrigo Pérez

Marcial Parada, sexto de izq a der, delante de cardenal errázuriz

“En mayo de 1987, después de la venida del Papa Juan Pablo II a Chile, era rector del Santuario Nacional de Maipú el padre Raúl Féres Shalup, y vicerrector el sacerdote Marcial Parada Cardemil. Ejercía su práctica pastoral el actual sacerdote Patricio Moore. En ese momento ingresé a Schoenstatt siendo Patricio el guía de mi grupo, donde también estaba Guillermo Lorca, y Sigisfredo Villegas.

“Al poco tiempo de ingresar, conocimos en el Santuario Nacional de Maipú, al sacerdote Marcial Parada. Él nos daba abrazos muy apretados, muy cariñosos. Nos daba besos en la cara, después nos daba besos cuneteados, y a algunos derechamente se los daba en la boca.

“Cuando nos abrazaba, su mano lentamente se escurría por la espalda hasta llegar a la zona anal, a las nalgas. Bueno, eso producía una confusión tremenda en la cabeza de uno. Por un lado, me decía: qué mierda está haciendo. Por otro: no, en realidad es un abrazo. Uno piensa que un sacerdote no podría hacer algo malo.

“Cuando uno lograba zafarse se corría, y él agarraba a otras personas. Fui testigo de lo que les pasó a mis amigos Guillermo Lorca y Sigisfredo Villegas, ambos fallecidos. Los llegaba a levantar cuando los tomaba por el traste, por el culo. También me enteré de que este sacerdote, además prostituía a mis amigos siendo ellos menores de edad. El cura les pagaba sumas de dinero a cambio de favores sexuales.

“Esta fue una conducta más amplia, porque en el Santuario Nacional de Maipú había distintos tipos de grupos: guardias y chicos de pastoral juvenil que nada tenían que ver con Schoenstatt, y de quienes, efectivamente, también se abusaba.

“Recuerdo el caso de una persona mayor de edad, de la que también abusó. Una vez nos reunimos en la casa del cura, pidió conversar con el joven y entraron a una pieza. Estuvieron mucho rato, mientras nosotros seguíamos reunidos. Luego salieron juntos (véase testimonio de José).

“En 1996, un domingo fui a misa al Santuario de Maipú. Caminando por una calle cercana, me encontré con ese joven de entonces y al verme reaccionó con mucha violencia, con mucha rabia, lo que me impactó porque le quería y admiraba. Él había sido parte de mi grupo. Y me imagino que esa rabia estaba vinculada con el abuso sexual que sufrió por parte de Marcial Parada.

“Ese cura abusó de mucha gente. Pero, lamentablemente, algunos están muertos o bien no han hablado o no sabemos si han hablado.

“Después, en el año 1993, postulé a la comunidad de los Padres de Schoenstatt. Me entrevisté con el superior de ese tiempo, Luis Ramírez, quien me envió a hablar con dos sacerdotes que examinaban si uno tenía algún tipo de cualidad o no. También me envió a hablar con los sacerdotes Joaquín Alliende Luco y Rafael Fernández. Ambos son del mismo grupo de Francisco José Cox y de Francisco Javier Errázuriz.

“Cuando estuve con Joaquín Alliende, le denuncié este caso y le señalé que Marcial Parada tenía este tipo de conductas. Verbalmente. Le señalé esto y que quería ser sacerdote, pero no un sacerdote como Parada. Tuve la confianza de contar esto a Joaquín Allende porque lo admiraba mucho, me gustaban sus predicas, hablaba muy bien, bonito, y escribía muy bien. Me gustaba mucho su poesía. De hecho, me regaló un libro que se titula “Santo Domingo una emoción del Espíritu para América Latina”. Me lo dedicó diciendo: ‘A mí colega en ciernes, por su historia tan hondamente en Schoenstatt’, y puso la fecha: ‘en el día de San Bernardo, enamorado de Mará’.

“Bueno, nunca más se supo. A mí me aceptaron en la comunidad, y fui a Paraguay a hacer el noviciado. A fines del año 94 envían a Paraguay a Marcial Parada como monje. En una oportunidad, cuando coincidí con él, me dijo: ‘Oye ¿no quieres ir a mi pieza? tengo unos chocolates que te quiero regalar. Por supuesto que le dije que no. Y le conté esto al maestro de novicios que era José María García.

Con el tiempo, y pasado los años, me desligué un poco del tema de los abusos porque uno se siente culpable. Tampoco le seguí la pista, y no sé qué pasó, si en realidad lo apartaron o no. Pero esa comunidad de monjes no funcionó; Parada no tenía vocación de monje. No puedes enviar a alguien a encerrarse si la persona no va a aceptar esa situación. Entiendo que lo enviaron a México. No sé si allá habrá abusado o no.

“Tampoco seguí con la denuncia, por temor a que me echaran de la comunidad, de ser visto como un tipo díscolo, complicado, que en parte también lo era.

“Hasta que en julio del año 2018 pedí una entrevista con el actual provincial de los Padres de Schoenstatt, Fernando Baeza. A él le tenía mucha confianza porque fue director del seminario cuando estuve estudiando.

“Y como me parecía que era un tipo honesto y bastante abierto al dolor, le comenté, le dije yo sufrí de abusos de parte de Marcial Parada y quiero una entrevista con él. A lo que él me respondió: ‘voy a consultar, voy a ver…’ Me mandó un email diciendo que es imposible la entrevista porque el cura está muy enfermo en México, que tiene un problema a la columna. Que yo haga todas las denuncias que sea en la Fiscalía, sabiendo que yo le había dicho que estaba prescrito el delito. Eso lo veo como una burla. Tengo los emails de respaldo.

“Entonces, me molesté mucho con esa situación, porque en definitiva yo no estoy pidiendo dinero ni nada. Yo solo quiero saber por qué Parada hacía esas conductas, por qué de alguna manera trató de perturbarnos, de desviarnos… Y por qué prostituyó a amigos míos, que eran menores de edad en ese tiempo. Por qué un sacerdote… El hecho de que él dé dinero no está mal, en sí mismo. El tema es por qué lo hace. Un sacerdote no está para pervertir a los jóvenes, sino que para acompañar, ayudar, ser guía espiritual, hacer que las personas crezcan, no para hacer que las personas se envilezcan o de alguna manera se perturben.

“Eso fue negado por la comunidad y nada hicieron, absolutamente nada. Solo me dijeron que iban a enviar las cartas a Alemania.

“Luego en su calidad de instructora de una investigación previa a Ángel Vicente Cerró, se contactó conmigo Alejandra García Huidobro, quien es la coordinadora de la Comisión de Prevención de Abuso Sexual en Schoenstatt. Cómo tampoco hubo respuesta, interpuse derechamente denuncia en OPADE.

“En la oportunidad señalé que yo no confiaba en esa comisión, porque no está constituida por personas externas a Schoenstatt que garanticen imparcialidad para investigar y juzgar. Le hice algunas preguntas que nunca me respondió.

“Como dije, hice la primera denuncia verbal en 1993 y la vine a oficializar por escrito en 2018. Hasta ahora, no ha habido absolutamente nada. Ninguna novedad. Y como no quieren responder a mis preguntas, entonces, pedí que no me escribieran más”.

Testimonio de Cristián Ilabaca

Con ángel Vicente Cerró

“Yo puedo atestiguar que todo lo dicho por Julio es verdad y puedo añadir lo siguiente:

“En el año 2015, otro amigo mío del movimiento, que era acólito, me contó su testimonio de abuso por parte del padre Ángel Vicente Cerró, que consistió en algo muy parecido a lo ya relatado: el hacer cercanía, decir que va a ser el padre cuando su papá había fallecido, los besos, y que tampoco profundizó más.

“Cuando le pregunté a mi amigo por el padre Cerró, me dijo que lo habían apartado del contacto con la gente. Me quedé tranquilo, hasta el año 2019, cuando una persona cercana y que merece mi credibilidad, me comentó una caso que también fue abusado por Cerró. Buscando en internet, supe que estaba en Concepción, donde también hay un santuario y él aparece dando una charla. Hay un video también en que aparece en medio de la celebración de la familia, así le llamamos en Schoenstatt a todo el conjunto de personas. En ese video le hacen una entrevista.

“Eso me descolocó, y siento de alguna manera que soy cómplice de lo que puede pasar en el futuro. Por eso escribí en la página de internet del Santuario de Concepción, alertando de posibles casos de abuso en Bellavista. Lo hice con mi nombre, sin ningún temor, porque me pongo en el lugar de los padres de allá, tengo hijos chicos, y desearía que alguien me alertara para yo tomar las precauciones.

“Insistí con mi amigo, ese con el que me encontré en 2015, para saber qué había pasado, pero no me dio respuesta clara y se molestó mucho. Después supe que llegó a un acuerdo con Shoenstatt que incluyó un perdón de parte del padre Cerró hacia él. Como mi amigo es muy creyente, posiblemente le creyó el perdón.

“Respecto al testimonio de Rodrigo, también supe en su momento todo lo que él dice, pero tampoco lo creí o no le di importancia. El padre Ángel, fue quien bendijo mi argolla de matrimonio, celebró mi matrimonio, era muy cercano a mi suegro, que también era del movimiento. Yo era del movimiento, mi esposa era del movimiento, la familia de mi esposa también. Pero, aun así, yo considero que él es, en rigor, por los testimonios de mis amigos, a quienes les creo, él es un pedófilo, un delincuente que no se va a rehabilitar y que el movimiento lo mantiene hasta el día de hoy.

“A mí me preocupa mucho todos los jóvenes que puedan estar en este momento y los hijos de los matrimonios del movimiento, los que son acólitos, los que puedan estar cerca de él y que puedan ser víctimas de él hasta el día de hoy. Y bueno, eso me mantiene en alerta. La verdad es que estoy dispuesto a dar mi testimonio y hacer todas las cosas que estén a mi alcance, para poner en aviso a la gente que está cerca de él. Porque ya se ve que los Padres de Shoenstatt no van a hacer nada”.

Testimonio de José San Martín

Marcial Parada

“Participé mucho en el grupo de la familia de Maipú, donde nací, me crie y vivo ahora. Ingresé en el grupo de los universitarios, donde me hice amigo de Rodrigo, Sigilfredo, Juanito, y otros. Tenía 19 años, pero antes fui acólito y participaba en un grupo de teatro que hacíamos obras para las festividades de la Virgen del Carmen.

“Mi experiencia en el movimiento fue bastante gratificante, en el sentido de las gentes que conocí, de las amistades que hice. Tuve como guía espiritual al padre Pancho, Francisco García-Huidobro.

Maipú era en ese entonces como un pueblito, todo se sabía. Además, fui siempre criado en una educación en que a los curitas eran algo sagrado, y que tenían la razón siempre.

“Un día, deprimido por una pena de amor, fui a hablar con el padre Pancho pero no estaba. Y como la señora de la casa de los padres me conocía, me hizo pasar por la cocina. En eso aparece el padre Marcial y me dice: ‘ven hijo, habla conmigo, habla conmigo’. Bueno, yo fui. Íbamos por un pasillo de la casa y el padre empezó a tirar las manos. Me incomodó y llegó un momento en que me empezó a agarrar el trasero. Yo le pegué un manotazo, y le dije: ‘pero ¡padre! no vine a huevear, quiero hablar algo serio’. La verdad es que no recuerdo lo que me tenía tan triste, pero salí de allí mucho más triste. Entonces, lo único que atiné fue a correr y entré en el templo (del Santuario Nacional).

“Me sentía tan culpable por haberle faltado el respeto al cura y haberle dicho no venía a huevear… Para mí eso era un pecado. Me sentí en pecado porque a un curita no se le podía tratar así, según la educación que recibí. Estuve mal un tiempo y después, y cada vez que veía al cura, me arrancaba. Evitaba conversar con él. Me daba recelo y lo rehuía. Me arrancaba. Cuando de repente lo veía… salía arrancando. Seré grande hoy, pero yo siempre he sido muy cabro chico, y en esa época era como un niño.

“Pero también fui testigo de lo que le pasó a Guillermo Lorca que falleció de sida. Él vivió una vida muy complicada. Cuando joven se arreglaba mucho. No éramos yuntas pero nos saludábamos. Un día, cuando nos íbamos a juntar con el grupo de universitarios, Guillermo entró por la parte de atrás. Le digo: ‘hola, Gallermo’, así le decíamos porque hablaba con gallitos. Venía muy serio. ‘¿Qué pasa?’, le pregunto. ‘Noooo, tengo unos problemitas’, me responde. ‘Estoy muy corto de plata y necesito comprar unas cosas’, me dijo. Y se fue para adentro de nuevo.

“Escuché que andaba buscando al padre Marcial. Será confesión, pensé. Nos fuimos al patio a hacer la reunión, y apareció el padre Marcial. Y ahí, uno de los amigos, Sigifredo, nos dijo: ‘ah, sí, si apuesto que viene a sacar algo’. ‘¿Por qué?’ le pregunté. Claro, en ese entonces no teníamos certeza pero percibísmos que el padre Marcial daba plata a algunos por intimar con él.

“Una hora después o un poco más, salió Guillermo feliz y radiante. ‘Me voy, tengo que hacer mis compras?, nos dijo. Y nos muestra en la mano un montón de billetes.

“Con Sigifredo comentamos. ‘Pucha, qué lata que pase esto. ¿Cómo permite?’. Y mi amigo me dijo: ‘bueno, son cosas… él sabe y los que hacen esto, saben por qué lo hacen’. Eso fue todo. Después se enojaba cuando tocábamos el tema. Con el tiempo, uno va deduciendo y descubriendo. Sigifredo también estaba en lo mismo, pero tampoco podía conversarlo porque en la cultura y contexto de ese momento, era pecado.

PARTE II: LAS GRACIAS DEL SEMILLERO DE LA ELITE

El website del movimiento en Chile, explica que “Schoenstatt es un lugar de gracias”. Añade que “esto es lo esencial y constitutivo del Movimiento de Schoenstatt. Antes que un movimiento de ideas o una organización, es un lugar de gracias original. El corazón de Schoenstatt es una alianza con María en el Santuario, la capillita donde se originó todo y que pasó a ser la fuente de gracia en torno a la cual surge y se desarrolla el Movimiento. Allí, María, la Madre y Reina Tres Veces Admirable, ha establecido su ‘taller’ de educadora; allí acoge y transforma a sus hijos y desde allí los envía como apóstoles al mundo”.

Luego se explica que Schoenstatt “es un movimiento de renovación religioso-moral del mundo en Cristo; es un movimiento de Iglesia; y una familia espiritual organizada federativamente”. Añade que “la familia cuenta con diversos tipos de comunidades de acuerdo a la forma y grado del compromiso apostólico, comunitario y ascético de sus miembros” (ver más aquí).

En los testimonios de Julio, Rodrigo, Cristián y José, se abordan estos temas clave desde su experiencia de 30 años de militancia. He aquí lo que mencionaron:

Kentenich, el padre

Kentenich en Chile

Desde hace un mes, el fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt ha estado en el ojo del huracán.

Primero, la investigadora Alexandra von Teuffenbach, ex docente de teología e historia de la Iglesia en la Pontificia Universidad Lateranense, en el Ateneo “Regina Apostolorum”, especialista en historia de los Concilios y editora, entre otras, de la publicación en varios volúmenes de los diarios el Concilio Vaticano II, publicó una carta donde expone los abusos sexuales y de poder del sacerdote fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt, José Kentenich y la medida adoptada por el mismo Vaticano.

Posteriormente, en esta misma semana, el vaticanista Sandro Magister publicó una carta del cardenal Joseph Ratzinger de 1982, entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la que afirma que el Vaticano no autorizó a José Kentenich a dirigir nuevamente el movimiento Schoenstatt que fundó. Esta carta tiene fecha 2 de abril de 1982 y fue enviada por Ratzinger al Ludwig Münz, rector general de los Padres Palotinos, a los que pertenecía Kentenich.

“Se dice mucho en el movimiento que el carisma de José Kentenich era la paternidad, el ser padre. A nosotros nos impactaba mucho eso porque algunos veníamos de familias disfuncionales, no todos, pero varios. De hecho, tuve muchas complicaciones para entrar a la comunidad, porque se me decía que yo venía de una familia disfuncional y que tenía muchos hándicaps, entre otros, el provenir de una familia pobre. Finalmente, me aceptaron”, comenta Rodrigo.

En efecto, la figura del padre manejada de modo confuso, será una clave de fidelidad dentro del movimiento conforme los relatos de las mismas víctimas de abusos.

Schoenstatt inició el proceso de canonización de su fundador en la diócesis de Tréveris, el 10 de febrero de 1975. El mismo Obispo Bernardo Stein, primer Visitador de la obra de Schoenstatt, abrió el proceso en 1975. Actualmente es considerado “siervo de Dios” y el camino a la beatificación estaba casi pavimentado hasta cuando se abrió el forado hace un mes.

“Alianza de Amor”

Junto con lo anterior, como una forma de garantizar la fidelidad y la fidelización, el movimiento de Schoenstatt desarrolla pedagógica y litúrgicamente una institución muy importante. Se llama “Alianza de amor” la que se establece con la Santísima Virgen. “Esa alianza de amor, a veces la transfieren o traspasan hacia el padre Kentenich y hacia otras personas, incluso hacia los superiores de la congregación”.

En 1999, prácticamente todos los seminaristas hicieron una alianza de amor con el superior general de esa época. Rodrigo que deseaba ser cura, no la hizo porque, según explica ahora, “no me calzaba en la cabeza. Uno se entrega totalmente a Dios, a la Virgen, pero no a un hombre”.

Pese a que su conducta era éticamente intachable, según la versión que declara Rodrigo, él fue alejado de la comunidad de padres, “porque no le entregué mi corazón a mis superiores”. El tema no es menor porque dicha alianza puede ser parte de un abuso de poder o de conciencia, lo mismo respecto del término “padre” que según sea el contexto puede referirse al “padre Kentenich” o bien al “Padre Dios”.

Camino a la perfección

Nuestros entrevistados, indican: “Para ser justos, nosotros también vivimos cosas buenas y bonitas en Schoenstatt. Pero hoy día, con la mirada que nos da el tiempo y la distancia, uno ve que funcionábamos más como secta o al menos de una forma muy discriminatoria”.

“Pero entonces nos sentíamos los perfectos. Ahora, una comunidad que recalca tanto la situación de la pureza, de la perfección, de creernos los mejores, muchas veces se esconde algo”.

“De hecho, al padre Hernán Alessandri le gustaba señalar esa pureza de José Kentenich y decía que ‘el fundador nunca tuvo una tentación de pureza. Que eso era un don dado por la Santísima Virgen’”.

“A mí me parecía bastante raro, porque hallo normal el impulso sexual. Sería anormal que yo no lo tuviera, incluso siendo sacerdote o monja. Todos de alguna manera luchábamos con el llamado de nuestro cuerpo”.

Pero, además de la pureza, estaba la obediencia y la pobreza.

“La primera era difícil para quienes éramos díscolos y la segunda… bueno, Schoenstatt tiene una opción preferencial por los más ricos y así lo dicen bastante abiertamente entre ellos. No hacia afuera, porque no es políticamente correcto. Es un grupo de elite, de los mejores, donde ciertamente se dan muchos valores y principios, pero se discrimina y se ampara mediante la creación de una figura de perfección y pureza”.

Una sexualidad sucia

“Tener sexo era muy mal visto, condenable, y más que una joven integrante quedara embarazada o que un joven varón tuviera relaciones sexuales prematrimoniales. En lugar de acompañar a esos jóvenes, se les hacía la ley del hielo. Yo mismo fui un poco parte de eso, a pesar de que en Maipú no tuvimos esos casos, pero uno escuchaba que ocurrían en el país”.

“A veces, uno a esa edad, hay cosas por las cuales puede sentir vergüenza como tener relación con una persona del mismo sexo. Eso no debería tener la más mínima relevancia”.

“El problema mayor eran los embarazos. A la niña era vista de inmediato casi como una prostituta, como una suelta. Y precisamente a veces quedaban embarazadas por eso, porque eran pajaronas. No se cuidaban. Y confiaban en que la Virgen las iba a cuidar, les iba a dar la fuerza. Claro, la que se cuidaba no le pasa eso. O el hombre. Entonces, yo creo que eso era muy discriminador y me arrepiento”.

El valor de la pureza

Cristián y su esposa iniciaron su romance siendo jóvenes secundarios. Él recuerda el estricto control que ejercían las religiosas sobre las integrantyes de la rama femenina. “Las mujeres, las niñas, estaban al mando de las hermanas marianas. Y tengo bastantes recuerdos de que esas hermanas, efectivamente, se entrometían muchos en las mujeres de la rama, hasta el punto de preguntar qué hacía en el pololeo una niña, qué había hecho el pololo con ella y hasta prohibían los pololeos”.

“El mismo José Kentenich impuso esto de que el valor fundamental de la Virgen María era su pureza y en razón de ello se nos segregaba entre hombres y mujeres.

“Yo creo que es muy importante que dentro de la pedagogía los hombres nos llenemos de los valores que transmiten las mujeres y lo mismo las mujeres respecto de los hombres. Eso nada tiene de malo. ¿Qué mejor que entre estos jóvenes selectos, puedan formar familia? También se usa como semillero para vocaciones de sacerdotes o monjas más que por una cuestión pedagógica”.

Ramas femenina y masculina

“Siempre dijeron que tener a hombres y mujeres separados, en dos ramas diferentes, tenía que ver con una razón pedagógica, porque temas de hombres se hablan entre hombres y los temas de mujeres se hablan entre mujeres. Esa fue la perspectiva que me dieron.

“Sin embargo, por mi formación profesional, me fui dando cuenta de que hay una segmentación o una compartimentalización de la información a fin de controlar mejor, llegando a la locura de que nosotros no nos podíamos juntar con las mujeres que también eran de la rama secundaria, para evitar que algo pasara”.

Abuso de mujeres

“Lo que sabemos es que en los años ‘80 hubo una escisión. Una de las mujeres del movimiento salió por un tema de abuso. Ahí se habría provocado una salida masiva de hermanas marianas por ese tema. No sabemos si fue por abuso de consciencia o por abuso sexual. Sí sabemos es que una de las hermanas (cuyo nombre omitimos) fue apartada de las niñas, en los años 80, por conductas abusivas. La habrían enviado a otro lugar”.

 

 

PARTE III:  ERRÁZURIZ, MARCA REGISTRADA

El cardenal Francisco Javier «Errázuriz no es una persona sin experiencia. Es una persona brillante. Le conozco personalmente. Cuando volvió de Roma y fue a Valparaíso tuvo actuaciones muy parecidas a las que se hicieron con el padre Kentenich. Después, en Santiago, con Karadima siguió haciéndolo. Y finalmente, esa escuela ha creado dentro de Schoenstatt toda una conducta, y los encubrimientos no son azarosos”.

Hay que recordar que el cardenal Errázuriz es de la generación fundadora de Schoenstatt en Chile. Fue su superior provincial y partió a Roma un años después del Golpe Militar del 73. Estuvo allí hasta 1996 cuando aterrizó como obispo de Valparaíso. Francisco Javier Cox y Marcial Parada, son de su misma generación.

“El sello que tiene la comunidad y el movimiento es el sello Errázuriz. Donde prima el honor por sobre la verdad; tapar un escándalo antes de atender a las víctimas. Es ese estilo el que de alguna manera lo asumió toda esa primera generación y la iglesia chilena en la medida que él inició cuando arzobispo de Santiago y cardenal”.

Se recordará que esa misma actitud tenida dentro de Schoenstatt, Errázuriz la aplicó respecto de la iglesia chilena. Hasta el exnuncio Gussepe Pinto le compró todos sus argumentos para defender a Fernando Karadima ante el Vaticano, a quien le creían todo y le llamaban “el santito”. Errázuriz se desdijo de sus afirmaciones posteriormente en declaraciones en la fiscalía razón por la cual fue imputado por falso testimonio y a Pinto el papa Francisco le aceptó la renuncia siete años antes de lo que le correspondía por toda su actuación con Errázuriz.

Sin más comentarios. Solo, que su accionar también fue internacional. Las agencias de prensa informaban esta semana sobre el caso de José Kentenich y la carta de del cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI.

Al respecto, se indicó que “el cardenal Francisco Javier Errázuriz, miembro de la Familia Schoenstatt, habría pedido al entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Cardenal Joseph Ratzinger, rectificar su carta en la que señaló que el P. José Kentenich no fue rehabilitado por el Vaticano en 1965. El Cardenal Errázuriz habría hecho esta solicitud en un encuentro que tuvo en Roma con el Cardenal Ratzinger, según un texto interno que circula entre los miembros de Schoenstatt y que está firmado por el Purpurado chileno”.

Uso de la información

El uso de información y cómo ella se trasparenta es relevante para las víctimas, pues se aduce que la falta de información precisa articula redes de protección.

“Lo que pasó con el padre Kentenich, con las 40 religiosas o con quienes se salieron de Schoenstatt en los años 80 muchas veces no son explicados a comunidades y laicos. “No lo van a entender” se suele decir, y “somos tratados como chiquititos para entender esto. Y en realidad, con lo que nos encontramos, es con una maquinaria de ocultamiento esta información en el tiempo. Que parte, para mi experiencia, con mandar al padre Pancho García-Huidobro a cuidar a Cox a La Serena”, señala Rodrigo.

“Se nos dijo que Cox era muy afectuoso con los niños y que ese había sido el problema por el cual lo habían sacado”, añade Julio. “Después nos enterarnos de que un par de amigos nuestros habían sido toqueteados por Cox. Por eso pensamos que hay un mecanismo en el movimiento para ocultar estas cosas. No es azaroso, es una cuestión funcional”, señala.

“Sabemos, por relatos y por haber conversado el tema, respecto del padre Pancho García Huidobro, que fue enviado a cuidar al obispo Francisco José Cox a La Serena. Lo que pasó allí, la explicación que nos dio el movimiento era bastante burda, de que se había ido a un monasterio en Alemania.

“Yo conozco dos personas que habrían sido abusadas por Cox y que literalmente se fueron al exilio. Viven en el extremo sur de Chile, lo más lejos posible de la capital, y no quieren tener el más mínimo contacto con el movimiento o con nosotros. Nunca han querido hablar del tema”.

Vicerrectores del Santuario

Hay un hecho que, al menos, es curioso en la práctica de traslados que típicamente realizan las jerarquías. En este caso, todo cura que ha pasado como vicerrector por el Santuario Nacional de Maipú, ha terminado tarde o temprano siendo acusado de abuso sexual, desde Marcial Parada en adelante.

En la lista se halla: Marcial Parada, Francisco Basáñez, Rodrigo Gajardo, y Raúl Arcilas. Este último, “si bien no tiene acusaciones, nosotros sabemos que abusó de un compañero nuestro, quien no quiere hablar”, señala uno de los sobrevivientes.

Raúl Féres también fue vicerrector cuando Joaquín Alliende Luco fue el primer rector del Santuario Nacional, “pero de Féres nunca supimos nada, fue intachable al menos en eso”, se agregó.

PARTE IV: LA INFORMACIÓN OFICIAL

 

R. Gajardo
Ángel V. Cerró
M. Parada
F. Basañez

Kairós News, luego de recoger estos testimonios, consultó al superior provincial de los Padres de Schoenstatt, sacerdote Fernando Baeza, sobre el conocimiento que tenía de los casos de los curas Marcial Parada, Francisco Basáñez, Rodrigo Gajardo, y Raúl Arcila, el estado de las investigaciones y dónde se encontraba viviendo las personas acusadas.

El provincial, gentilmente respondió por email y se excusó de no atender el teléfono. Trasladó las preguntas al sacerdote Patricio Moore, viceprovincial y vocero de la institución, quien en parte respondió lo solicitado. Informó lo siguiente:

“El caso de Francisco Basáñez fue investigado por un perito externo y Francisco recibió la pena de 5 años sin poder ejercer el sacerdocio. Actualmente se encuentra cumpliendo esta pena y, por lo tanto, no ejerce como sacerdote”.

“El caso de Rodrigo Gajardo fue investigado civilmente y fue condenado con pena mínima que ya cumplió. También se le hizo una investigación canónica y se le pidió un acompañamiento espiritual y sicológico que está cumpliendo. Por el momento él vive en una casa de nuestra Comunidad y no ejerce el sacerdocio”.

“El caso de Ángel Vicente Cerró se encuentra en una investigación canónica de un perito externo. Aún no ha concluido. Ángel Vicente tiene 90 años y no ejerce como sacerdote”.

“El caso de Marcial Parada también se ha iniciado una investigación canónica que no ha concluido. Marcial tiene 87 años y no ejerce el sacerdocio”.

“En el caso de Raúl Arcila no hemos recibido acusaciones ni demandas que ameriten una investigación”.

“Mientras se llevan a cabo las investigaciones nos parece importante dejar trabajar a los peritos y no adelantar juicios. Esto ayudará tanto a las víctimas como a los que hacen la investigación”.

Finalmente, Moore añadió la clásica respuesta que las instituciones religiosas formulan: “Reiteramos nuestro compromiso con la verdad, las víctimas y la transparencia. Tenemos una comisión de prevención de abusos a la cual en cualquier momento cualquier persona se puede dirigir tanto para acusaciones como para ayuda”. Y añadió que la encargada de la Comisión de Prevención de Abusos es Alejandra García-Huidobro y que su email es delegadoprevenciondeabusos@padresdeshoenstatt.org. Ella tiene lazos familiares que la ligan con el viceprovincial Moore.

¿Y dónde están?

En la respuestas, nada se informó acerca del paradero de estas personas. Sin embargo, fuentes bien informadas del mismo movimiento de Schoenstatt que pidieron reserva de sus nombres, señalaron a Kairós News que el cura Marcial Parada, efectivamente estaría en México desde 2018, pero se desconoce si cumple la restricción de su ejercicio sacerdotal.

El caso de Ángel Vicente Cerró es incierto su actual paradero. Se sabe que hasta el año pasado estuvo en Concepción, se le vió en actividades en el Santuario de Montahue, según consta en testimonios existentes en redes sociales y en versiones de seminaristas de Concepción consultados por este medio comunicación, siendo para algunos su guía espiritual.

También hasta el año pasado Cerró habría sido el confesor oficial en el convento de las Carmelitas de Concepción. Como fue notificado el 4 de septiembre de 2019 de la investigación previa por casos de abusos, efectivamente esa fecha puede ser el inicio de su misterioso paradero actual.

Por su parte, los condenados por la justicia civil Rodrigo Gajardo y Francisco Basáñez se hallarían viviendo en una casa que mantiene Shoenstatt en la comuna de Cartagena, en el Litoral Central.

Francisco José Cox

El cura Raúl Arcila, quien no tiene denuncias formales, es el actual rector del Santuario Nacional de Maipú.

Y finalmente, respecto del exobispo Francisco José Cox, pese a haber sido expulsado de la iglesia por abusos sexuales, sigue siendo mantenido por la Iglesia a través de Shoenstatt, pues extraoficialmente su supo que viviría en una casa que tiene el movimiento en la comuna de Paine, de la región Metropolitana.

Finalmente… ¡Ni un niño más!

Los sobrevivientes de Schoenstatt que hoy dan su testimonio, no pueden ocultar su dolor y rabia.

Así, mientras uno expresa que “tengo mucha rabia, estuve muy herido, muy herido. Ahora tengo dolor, porque es como un dolor de pena, para otro, el principal sentimiento es que se siente burlado. “Siento que están esperando que los curas se mueran, y me preocupa que sabiendo lo que está pasando, nada se haga”.

Su compañero, añade: “Mi sensación no es de tristeza. Me cabreé con el abuso. Me siento engañado por un superior de Schoenstatt, que, además, a sabiendas, engaña a la Iglesia”.

“Yo también tengo rabia”, concluye el cuarto de nuestros entrevistados. “Siento rabia también por haber sido engañado. Lo único que quiero es que Ángel no siga abusando. Él es un delincuente, un pedófilo, y no puede seguir haciéndolo. Y si alguna vez, no pasa nada y él sigue, tomaré un bus a Concepción, iré y hablaré allá con la gente. O sea, es que no puede ser, poh. ¡Ni un niño más!”.

[Reportaje de Aníbal Pastor y Carol Crisosto]

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